jueves, 28 de febrero de 2013

Atracción sobre el mundo

Cavar dentro de la garganta para contar una historia. Nosotros somos una cueva, y dentro de las cuevas, ya se sabe, siempre hay un chamán explicando el origen. Así cazamos, así cae la miel, así corremos.
Ayer vino Irene y nos ayudó a hundir las manos en busca de nuestra voz. Quitarse las armas (los huesos, la mandíbula, los omóplatos) que utilizamos como escudos para que nadie nos haga daño. Quitárselas y dejar que las historias que tenemos dentro puedan salir.


Desde noviembre, quería coger el "Himno de la legión", que cantan los soldados somalíes, y moverlo. Ladrarlo, gritarlo, romperlo.  Ayer Sara, Dnoé y Malcolm la lanzaron hacia afuera, en canon. Irene había estado documentándose sobre la manera de gritar "¡Viva España!" que tienen los militares -ya se sabe que con la voz se pueden derribar unas murallas, así que no es extraño que saquen la voz como izan la bandera o pegan tiros al aire-. Encontré ese desorden necesario para expresar el caos militar que describe Tura acerca de Somalia: ¿quién es del ejército y quién de la milicia?

Irene también estuvo estudiando a los muyaidines, esas voces expansivas que pueden cruzar toda una ciudad. Entramos en una especie de trance escuchando a los obstáculos Sara, Dnoé y Malcolm orando y excavando.

Para el coro de hambrientos, trabajaron sonidos relacionados con las hienas, el gemido que sacan los sordomudos, el aire a través de los dientes. Por supuesto, aplicar estas propuestas nos servía para ir trabajando además la escena en sí.

En la segunda parte de la sesión, dimos una vuelta al prólogo, ése que habíamos tratado el primer día. Incorporamos una idea que nació con Raquel: la carrera olímpica la realizan todos los actores sentados, dibujando la competición sólo con el gesto, la cara, los brazos... y transformándose imperceptiblemente en el estadio que aplaude y anima a Samia.

En la tercera parte, Carlos sacó su super micro y su super maquinita de hacer loops. La tormenta. Muy bien el contraste entre el locutor hablando por el micro, Tura apareciendo como un diosecillo ante la barca y Samia en otro plano. El mismo locutor provoca la tormenta: aquí el que toma la palabra tiene el poder sobre la escena.

Irene y Carlos estuvieron buscando vientos, rachas de agua, truenos. Bastó girar la ruedecilla del volumen y la tormenta se alejó.

Para agradecer a Irene todo lo que nos ha dado, he aquí un fragmento de un libro en el que pensé mucho ayer, mientras todos suspiraban, rugían, cantaban y gemían:

"La música hace mugir, hace rebuznar, bramar. Relinchar. Saca del vientre del chamán al animal ausente que el cuerpo imita y que la piel y la máscara muestran.

La danza es una imagen. Como la pintura es un canto. Los simulacros simulan. Un rito repite una metaphora (un viaje). Los camiones de mudanzas en la Grecia moderna llevan todavía al costado la palabra METAPHORA.


"Un mito es la imagen danzada del rito mismo que se espera ejerza atracción sobre el mundo".
Pascal Quignard, El odio a la música. Capítulo V.

María Folguera

lunes, 25 de febrero de 2013

Hace un lindo día en Mogadiscio

Sesión ágil, como Samia, con Raquel Sánchez ayudándonos en el movimiento, dándonos una mirada externa y proponiéndonos juegos, cambios, sumas. Hoy se ha incorporado al equipo Elena Esparcia en el rol de Samia, mientras Anahí seguía atentamente la sesión sentada y reposando. Elena se ha tirado a la piscina valientemente. Gracias.

Hemos trabajado por fin la escena de los obstáculos, sobre el texto: Samia entrena una mañana y un locutor nos lo retransmite, mientras alegorías de los problemas a los que se enfrenta una atleta en Somalia van saliendo al paso. Hoy hemos recuperado una idea que en el "En blanco" de noviembre-diciembre quedó por desarrollar. Los actores que hacen de hermanos, al despertarse, van a los laterales y allí pasan a ser técnicos del programa de radio. Esos mismos "técnicos"se convierten en los obstáculos, siempre al servicio del programa de tele/radio.

Con Raquel hemos aplicado lo que hemos trabajado los días anteriores, entre impros, ejercicios... Esta escena es complicada porque tiene varios niveles, hay mucha acción y mucha escucha obligatoria para que aquello no acabe convirtiéndose en un despiporre. Los soldados somalíes se han ido tirando por el suelo, mientras Samia los saltaba de las maneras más patéticas y absurdas (y esto es lo que queremos, esto es MARAVILLOSO). Hemos incorporado algo que no está en el texto original: una repetición de la jugada, anunciada y explicada por Tura y el presentador.

Para los fanáticos, hemos recuperado un juego que apareció en noviembre: la persecución del burka. Tiene algo de dibujo animado, de Tom y Jerry. Para el hambre, buscábamos acciones paralizantes para Samia, abrazos que la detuvieran a su pesar. El hambre como último obstáculo, el más duro, ante el cual ya no sirve correr. Hemos cogido la sugerencia de "Pena penita pena" del texto de Carla y hemos creado un pequeño monstruo. Ahora el coro de hambrientos entra en escena como un ballet liricista que agarra a Samia por el estómago. Samia pelea por avanzar mientras Dnoé le canta la copla. En ese momento Tura se alza, iluminado por su misión... y salva a Samia, por lo menos un día más.

He tenido visiones, durante el ensayo, de un pequeño helicóptero entrando en escena y arrojando panes por el cielo.

El miércoles trabajaremos con Irene las voces. Quiero probar con el Himno del legionario, que cantan los soldados, a deconstruirlo un poco. Con los fanáticos, cavar un poco más profundo, encontrar esos mugidos subterráneos. Y también el mar, la tormenta, los jadeos de la carrera inicial.

María Folguera

miércoles, 20 de febrero de 2013

Comme une perle rare

El martes 19 recorrimos los tres sueños que Samia tiene con/contra Mo Farah. Tres competiciones. Nos servimos de todo lo que habíamos aprendido con Raquel. Primer sueño: batalla de riffs. Ya habíamos tratado esta escena, un día, un rato. Samia y Mo Farah van compitiendo, él con una guitarra de aire, o un palo (hay que decidirlo) a modo de guitarra; ella con su trozo de cartón en el que pone "Guitarra molona" (de hecho ahora mismo, al escribir esto, me acabo de dar cuenta de que ella tiene que escribir "guitarra molona" en escena, justo antes de salir a competir contra Mo). Esta vez, al trabajarla por segunda vez, hemos descubierto valiosas pistas: 1) Mo se mosquea de verdad cuando anuncian a Samia (o sea, Mo en realidad teme a Samia, no llega a relajarse nunca, ya no es sólo un autosuficiente hermano mayor, que era como lo veíamos al principio) 2) Mo usa los riffs como trucos para seducir al público, como chuletas que arroja a su coro hambriento, 3) a mitad de la competición, Mo es tan chulo que hasta deja la guitarra en el suelo y sigue sonando. Entonces comienza la exhibición física: entrenamiento, bailecito... Samia intenta seguir este ritmo y apropiarse de estos recursos. En la canción Thunderstruck el público trepa al escenario y se abalanza sobre Mo Farah, para despedazárselo y comérselo. Atención Malcolm a este vídeo, mira cómo salta el de la guitarra y cómo mueve los dedos por el mástil.



(Me encanta esto de insertar vídeos).

Cuando íbamos por el segundo sueño, en mitad de una pequeña impro sobre Samia chocando contra la espalda de un Mo estático, tal y como habíamos probado con Raquel, Anahí apoyó mal el pie y cayó al suelo. Fisura, escayola, malas noticias para todos.

La increíble Anahí Beholi, de momento, va a seguir participando en las sesiones, pero junto a mí, descansando. Queremos, necesitamos ese hueso entero otra vez.


Sin Anahí, con Sara como sustituta provisional, nos metimos en harina, en tiramisú. Malcolm y Sara retomaron el juego de hacer una carrera sentándose sobre sillas, gana el que se ponga por delante (= es imposible ganar). Más hallazgos: al igual que sucede durante toda la obra, quien se sitúa en la posición de narrador tiene la potestad de conducir la escena, y hacer que los demás personajes obedezcan. Es decir: cuando Carlos, el presentador, va relatando la carrera, llega a un punto en el que anuncia que Samia adelanta a Mo Farah. Mo se queda consternado, sentado en la silla, frustrado, mirando al presentador. Cuando ya no puede más se levanta y le monta un cristo al Presentador, como cuando los futbolistas protestan.

Otra importante captura de material audiovisual muy útil. Este vídeo es increíble, parecen dos cobras haciendo un ritual de apareamiento, o dos cobras macho a punto de matarse, no sé, el caso es que aquí hay algo sagrado, señores.


No es que Mo Farah vaya a envolver en su danza al árbitro, no; pero quiero buscar vídeos de youtube para encontrar más muestras de esa contención explosiva.

Con Carlos encontramos otra pista importante: el presentador/locutor siempre es el mismo periodista. Sólo que al servicio de eventos muy distintos, lo cual cambia sus texturas, velocidades, tonos: el concurso de riffs, el entrenamiento de Samia, la canción dedicada durante la patera, el concurso final.

Me ayudó ver cómo la carrera absurda de las sillas podía unirse al relato del presentador sobre lo que está sucediendo. Creo que puede ser una manera de hacer, de "ver" todo el tiramisú, dejando ya atrás mis fantasías/pesadillas de superproducciones (grandes cascadas de nata, vestuario complicado, coches de bomberos, etc).

Finalmente, para encontrar un final tranquilo a tan accidentada sesión, vimos con Carlos y Anahí la canción dedicada por la radio durante el viaje. Para averiguar qué canción dedica el locutor a Samia, estuve buscando por spotify canciones con la palabra "libertad". Ma liberté, de Georges Moustaki. Ahora no puedo parar de escucharla: me parecía un himno perfecto para Samia. La probamos el otro día, con Carlos diciendo el texto sobre la canción. Imposible. Imposible también poner la canción entera, demasiado triste, demasiado lánguida por sí sola. Así que hemos propuesto otra manera. El periodista va traduciendo la canción, leyéndosela a Samia, y es el propio Moustaki el que nos canta qué sucede en la patera: "Libertad mía, te he guardado tanto tiempo/ como una perla rara"...

María Folguera

lunes, 18 de febrero de 2013

Competición y obstáculo


Ayer dedicamos la sesión entera a trabajar sobre el obstáculo y la competición, buscando maneras de expresarlo físicamente, sin aplicarlo sobre ninguna escena en concreto. Aunque las escenas que nos servían de guía para dirigir la búsqueda eran la del entrenamiento de Samia (en la que se enfrenta a sucesivas alegorías del ejército, el fanatismo religioso y el hambre) y las de sus sueños con Mo Farah, al que intenta ganar sin éxito.

Raquel hizo numerosas propuestas que los actores iban probando a través de ejercicios, juegos e improvisaciones. Afortunadamente, esta sesión ha generado una larga lista de posibilidades: saltos detenidos en el aire, carrera a dos corriendo agarrados a una silla como avestruces, carrera dibujada sólo a través de las velocidades distintas de la respiración, carreras por el suelo, enroscándose y desenroscándose... En la última parte de la sesión, probamos la modalidad de Samia corriendo sola y los demás obstaculizando, que es el esquema del entrenamiento de Samia. Surgieron tres variantes: Samia corre y los demás van tirándole trapos encima para que no pueda ver (se puede aplicar a los fanáticos religiosos), Samia corriendo y los demás van tirándose por el suelo, o poniéndose por delante sentados en sillas (soldados, que quieren cortarle el paso), Samia corriendo y los demás abrazándola, agarrándola, haciendo más denso su movimiento (el hambre).

Surgió también un apunte para la escena en la que Tura recuerda a Samia el "dar cera, pulir cera", como un juego en el que ella quiere hacer preguntas y él tiene la capacidad de hacerla callar o continuar con un gesto.

Mi libreta ahora mismo tiene muchas notas a lápiz, traducción rápida e imposible de descifrar para quien no haya estado allí. Pero sabremos descifrarlas en los próximos días, en los que ya trabajaremos directamente sobre las escenas. Próxima parada: Samia corre contra Mo Farah. Correspondencia con: Samia entrena.

María Folguera

viernes, 15 de febrero de 2013

La increíble escena del tiramisú

If I had a million... me gustaría montar la escena del tiramisú, el clímax de "La increíble historia de la chica que llegó la última", tal y como me la imagino, a lo grande. Soluciones escénicas que cuestan mucha pasta y que tienen a diez técnicos trabajando detrás.

Una vez, en la biblioteca del Reina Sofía, estaba hojeando un libro sobre Jan Fabre cuando encontré una lista de sus proyectos frustados, aquellos espectáculos o escenas que no había podido cumplir porque la realidad se le había echado encima como una ardilla voladora y cabrona.  La lista incluía performances como: incendiar un teatro, soltar tres mil mariposas rojas en un escenario (esto se lo prohibieron porque iba a alterar el ecosistema), o proponer a un grupo de madres que se arrojaran unas a otras sus bebés, lanzándolos por el aire. Estas últimas madres se negaron a intentarlo, ni siquiera en forma de "laboratorio de investigación".

Yo también quiero hacer una lista de "escenas del tiramisú" que nunca podremos permitirnos. Me imagino varias posibilidades:



-El escenario entero está hecho de tiramisú (como en esta imagen del mayor tiramisú del mundo, registrado en el Libro Guinness). Samia y Mo Farah cavan túneles con una pala, dejando una montaña a sus espaldas.

- El Presentador (Carlos) y sus azafatos (Dnoé, Sara y Juan Carlos) entran en escena subidos a dos camiones de bomberos. Enchufan con las mangueras de espuma a Samia (Anahí) y Mo Farah (Malcolm), obligados a una coreografía ridícula pero estricta. El que sobreviva gana.

-Del techo caen dos cascadas de nata, que van inundando el escenario. Samia y Mo Farah aguantan estoicamente debajo del chorro mientras el Presentador radia la competición que no podemos ver pero sí imaginar libremente.

-Sara, Dnoé y Juan Carlos aparecen vestidos de tiramisú gigante. Hay que correr detrás de ellos y cazarlos. El primero en atrapar un tiramisú, gana.

- En escena, en el suelo, tenemos todos los ingredientes necesarios para hacer un tiramisú: una cafetera italiana con café, hueveras con su docena de huevos, varios briks de leche, sacos de colacao, montañitas de azúcar y cubos de mascarpone. Los concursantes van comiéndose el tiramisú por partes, primero un ingrediente, luego otro, mezclándolos únicamente en su estómago.

-En escena, en el suelo, todos los ingredientes... y la carrera consiste en a ver quién termina antes de echarse todo por encima y acabar espolvoreado, aplastado como un huevo, embadurnado en colacao y untado en mascarpone. 

-En escena, grandes muros de nata dividen el espacio en calles, como en las competiciones de natación. Samia y Mo Farah tienen cada uno una aspiradora en forma de mochila, con una bolsa de aire transparente, a la espalda. A la de "YA!" se ponen a aspirar toda la nata en escena, que va rellenando ante nuestros ojos el saco de la espalda.

- Samia y Mo Farah tienen ante sí sendas hileras interminables de platos vacíos, cada una con su cucharita plateada. Los actores, Anahí y Malcolm, van "comiendo" en cada plato, dando cinco golpecitos obligatorios con la cuchara, y arrojando después el plato contra la pared. Alegre ambiente de destrucción en el escenario. Vajilla del Todo a 100 hecha añicos, alfombrando la victoria final de Samia.

Esta última no me parece imposible. En cualquier caso, es orgiástico, excesivo, liberador. Pero para que una imagen sea orgiástica de verdad no vale sacar un spray de nata y echárselo por encima. Esto es una escena hecha como dios manda:


Estoy pensando que a lo mejor acabamos optando por todo lo contrario. Soledad, silencio. Un solo gesto. Una bendición, como si Samia estuviera en realidad recibiendo la extremaunción. A lo mejor todo esto va de cerrar los ojos y ya está.

Maria Folguera

jueves, 14 de febrero de 2013

¡Con cien cañones!

En el mar: olas rítmicas, viento, un transatlántico que hace peligrar la estabilidad de la barca. Piratas. Soledad. La intervención de Dios. Ayer continuamos trabajando en la segunda parte de la travesía, las escenas en el mar, utilizando las herramientas que nos han propuesto Irene (voz) y Raquel (movimiento). Seguimos insuflando aire a la escena de los piratas,ese extraño juego de tres niveles, en el que hay que apropiarse del texto para luego vaciarlo de sentido y a la vez encontrar acciones e intenciones simultáneas muy claras y sencillas. Uf.


En la sesión con Irene, encontramos que la voz podía convertirse en un arma. Sin embargo, a medida que la interpretación se hace más "naturalista" (por llamar de alguna manera a dos tipos que llevan un palo a modo de metralleta y se pasean por una patera invisible, trazada por la imaginación en el espacio entre cuatro actores) usar la voz como un sonido capaz de matar a otro personaje rompe el código. Apunto que para próximas sesiones habrá que incorporar antes el juego con la voz, desde la  primera aparición de los piratas. A ver si conseguimos conciliar estas capas.

Por la noche, pusieron por la tele "Los intocables de Elliot Ness"`. En una escena, Robert de Niro/Al Capone,  con un bate de béisbol, en la que Al Capone explica a sus socios qué significa jugar en equipo. Los que le escuchan se creen cómplices de la situación. Pero, en un gesto, el bate abandona el espacio del juego y la metáfora.



La escena de los piratas también empieza con un malentendido. Pero, a diferencia de la escena de Al Capone, el malentendido no se genera a través del contenido de un discurso, sino por la incomprensión mutua de los idiomas. En ambas, la aparición de un elemento (un objeto, una presencia) es acogida al principio como algo benévolo. A Al Capone le basta un gesto para transformar la reacción de los confundidos, y se acabó la  metáfora. Los piratas no se preocupan en cambio por engañar a los viajeros, pero no les importa prolongar un poco más su inquietud.

María Folguera

martes, 12 de febrero de 2013

El viaje


Ayer, día 12 de febrero, en la cuarta sesión del laboratorio –¿cómo conseguía Colón escribir recto en su diario?-, avistamos el mar. Y el campo de minas. Los actores, trabajando con Irene Martín Guillén, asesora de voz, dedicaron parte del día a dibujar en el aire explosiones y olas. Irene y yo habíamos planteado la primera parte de la sesión como un espacio en blanco para que trabajaran sobre el sonido de una mina. Irene se había documentado sobre las diferentes fases que atraviesa el sonido en una explosión. Los actores trabajaron estas diferencias: explosión, material rocoso rompiéndose, humo y polvillo cayendo. Luego lo aplicamos a la escena en la que la patera va por el desierto y se encuentra la mina. Los actores, guiados por Irene, crearon dos tipos de explosión: la que denominamos “realista”, en la que el sonido intenta imitar el sonido real, y la “onomatopéyica”, en la que el sonido se articula en sílabas y onomatopeyas. Cuando comparamos las dos dentro de la escena, vimos que con la “onomatopéyica” ganábamos en expresividad. Los actores podían implicarse más físicamente y dibujar más libremente la escena. Algo coherente con la línea seguida hasta ahora, en la que Samia es la artífice de la historia.

En cuanto al mar, exploraron intensidades y tipos diferentes: mar en calma, viento que azota. Jugaron con la “orquestación coral”, en cuanto que uno de los actores hacía de viento, otro dibujaba la ola y otro la resaca que la ola dejaba tras de sí. Esto hacía ganar tridimensionalidad a la escena. Irene puntualizó que toda ola que se acerca tendrá un tono agudo, y la que se aleja, grave.

El sonido siempre tiene algo rítmico que evoca las olas. Al utilizarlo en la escena en la que están navegando y se acerca un transatlántico, jugamos con la ruptura individual del ritmo, para luego reincorporarse. Eso generaba la imagen de agitación e inseguridad propia de una tormenta. Vimos qué pasaba cuando los actores incorporaban el texto a la creación sonora del espacio.

Carlos  y Juan Carlos recrearon el buque que se acerca. Trabajaron con Irene el efecto sirena, crear una lejanía o una cercanía progresivas.

En la última parte de la sesión, abordamos la escena de los piratas. Con Irene trabajamos el uso de la voz como arma. Primero acariciando, generando una cercanía inquietante, luego utilizándola como ametralladora. Para la ametralladora no usamos la onomatopeya, sino una frase; es el cambio de intensidad lo que vira radicalmente la atmósfera de la escena, y la reacción de los otros personajes, que gritan de pánico, después de una “calma chicha” extraña.

Trabajar la escena de los piratas significó buscar claves para la interpretación de Carlos y Juan Carlos. He querido probar una solución diferente a la que propone la dramaturga, unos piratas escapados de un libro de aventuras. Lo hemos jugado en clave realista, como si fuera un atraco de verdad. Algo muy complejo teniendo en cuenta que el texto es la “Canción del pirata” de Espronceda. Pero probamos a romper los significados, prosificando el texto y haciendo rupturas y pausas. Dimos un subtexto muy sencillo a cada estrofa y Carlos y Juan Carlos tuvieron libertad para improvisar, metiendo frases propias, para que se sintieran más cómodos con el texto.  Además, trabajamos algo que hasta ahora no había surgido –esta escena ya la trabajamos en En blanco con Carla, en diciembre- : los piratas tampoco entienden el idioma de los del barco, y se esfuerzan, aunque sea por jugar con ellos, en entenderlos. Hasta ahora, siempre dábamos por hecho que los piratas no escuchaban el texto de los viajeros, simplemente los observaban y escuchaban físicamente.

Hoy continuamos trabajando las escenas de la patera y el viaje, aplicando las herramientas que nos han proporcionado el trabajo con Irene y Raquel.

María Folguera

domingo, 10 de febrero de 2013



LA PRIMERA SEMANA- ESPACIO VACÍO 2013
María Folguera

Samia Yusuf Omar es o fue una persona que desapareció el año pasado, un personaje construido y re-construido a través de escasas imágenes: un vídeo de youtube, la carrera en las Olimpiadas de Pekín, en la que perdió frente a las aceradas super mujeres jamaicanas; otro vídeo de youtube, en el que podemos verla entrenando por calles sin asfaltar. Y poco más: unas líneas que aportó una periodista de Al Yazira, que quiso ser su biógrafa y no llegó a tiempo, de tan poco material como dejó. Samia murió joven. Su vida puede resumirse en cuatro líneas en una nota de prensa, incluso en wikipedia. Pero las pocas imágenes que ha dejado  son suficientes para una fábula. Una increíble historia, movida por la dramaturga Carla Guimaraes. Nosotros la hemos seguido, hipnotizados, como si escucháramos la historia sentados alrededor del fuego. Y al calor de esta narración todos hemos elaborado proyectos, enviado curriculums, mantenido conversaciones por teléfono y firmado papeles. La travesía, organizada por el equipo de ETC, ya está en marcha. Llevamos tres sesiones de trabajo cuando me siento a escribir para el blog sobre este proceso, un laboratorio Espacio Vacío 2013.
LA PRIMERA SESION fue un reencuentro: casi todos habíamos participado en el laboratorio anterior, En blanco, en el que acompañamos durante cinco días a Carla mientras escribía el texto.  Estábamos deseando continuar el trabajo que habíamos empezado el mes anterior. Esta vez, además, se incorporaban dos compañeros nuevos, Carlos y Juan Carlos. Dedicamos este primer día a contarnos entre nosotros, y sobre todo a los recién llegados, qué había pasado hasta ahora. Leímos la versión final del texto. Expliqué qué líneas quería trabajar: la comedia, la fantasía (cómo hacer un concurso de tiramisú, una competición de riffs de guitarras, un asesinato con metralleta o una alegórica batalla con el hambre; sin más recursos que el cuerpo, la voz, la energía y la imaginación), la narración en escena. Todo el mundo me dijo que estupendo, y que nos pusiéramos a ello.
Propuse armar un pequeño prólogo al texto de Carla, antes de que Samia empiece a contar la carrera en Pekín. Se trataba de explicar la inauguración de las Olimpiadas, con su antorcha, sus atletas, sus banderas, su emoción, su ridiculez. Carlos se lanzó, a petición mía, con una versión “en chino” de Amigos para siempre, mientras Malcolm disparaba una flecha –usamos bengalitas de verdad, luego renunciamos, aparentemente, a ellas-  y los demás saludaban agitando sus sudaderas. Este “boceto”, en forma de trazo rápido, me sirvió para darme cuenta de que tiene que ser Samia la que introduzca la acción. Ella es la narradora, ella da el “Había una vez”. Posteriormente lo hará de forma explícita, porque descubrimos que le estaba contando el cuento a sus hermanos; pero ella tiene que ser quien entre en escena y “traiga” a los demás a su historia. Dicho así parece obvio, pero yo imaginaba otras posibilidades, como que la acción la empezara Carlos cantando Amigos para siempre, entrara el coro de actores encarnando a los atletas/público de las Olimpiadas,  y de entre la multitud viéramos aparecer a Samia, emocionada y apoderándose de la historia. De momento no: la historia es suya y ella levanta el telón.
En la SEGUNDA SESION, nos tiramos a la piscina y nos pusimos con la escena de la batalla de riffs. Samia sueña que se enfrenta al gran Mo Farah, el campeón inglés de origen somalí. Al abordar escenas como ésta, salta a la vista y a la intuición que la principal dificultad está en cómo pasar de una escena a otra: Samia y sus hermanos se van a dormir murmurando el nombre de Mo Farah y “de repente” estamos en el sueño. Por supuesto, los actores que hacen de hermanos tienen que ser ahora Mo Farah (Malcolm) y sus fans (Dnoé y Sara). Hay que crear un código, encontrar una convención que nos dé esa coherencia y seguirlo, seguirlo como si fuera una religión. Este mundo absurdo necesita unas reglas estrictas para funcionar.
Dedicamos la segunda mitad de la sesión a otro tránsito de un mundo a otro. Samia explica a sus hermanos que se va a Europa, y ante su mirada, dibuja el barco, asigna nuevos papeles para ellos –ahora tendrán que ser viajeros- y, zarpa, navegando por el desierto hasta Libia. Allí se encuentra con los hijos de Gadafi.  He necesitado hacer este recorrido, papel en mano y abordando tres escenas seguidas, para poder mirar parte del recorrido de la obra, entre lo ridículo, lo irónico, lo tierno y lo solemne. Sabiendo que en la sesión siguiente vendría a socorrernos Raquel Sánchez, asesora de movimiento, necesitaba ver las diferentes peripecias a las que se enfrenta la patera y sus tripulantes. Opté por dejar la patera estática, con los personajes de pie y dialogando entre ellos sin salir de su sitio. La patera va encontrando obstáculos y pruebas –el campo de minas, la extorsión de los Gadafi, y otros- y necesitamos crear una unidad física entre los viajeros, para poder sostener reacciones que a veces son suspendidas y prolongadas: por ejemplo, la perplejidad, cuando los Gadafi aparecen bailando. Pueden pasar minutos mientras los Gadafi explican su historia y los viajeros simplemente “alucinan”. Es muy fácil que esa energía se desinfle. Si logramos una reacción clara y fuerte, cohesionada, entre los miembros de la patera, podremos verla como una unidad, como una cáscara de nuez. Dura y compacta, pero frágil. Así tiene que ser.
                                                                                                              
En la TERCERA SESION contamos con Raquel Sánchez. Anahí trajo una guitarra de cartón de elaboración artesana que tuvo que ser aparcada, dado que queríamos dedicar el día a trabajar sobre las escenas de los hermanos y la patera. Le mostramos a Raquel estas escenas, en el punto en el que se hallaban, contándole que las habíamos trabajado apenas medio día. Raquel me hizo dos observaciones, para empezar: 1) que efectivamente era conveniente buscar maneras de mover la patera, porque si no el estatismo acababa apoderándose de la escena, 2) que en las escenas de los hermanos había que buscar una unidad en el trabajo físico de los actores, porque oscilaba entre la neutralidad y la interpretación “realista”. Es decir, algunos actores encarnaban a niños pequeños moviéndose como tal, y utilizando la voz, mientras que otros permanecían más distanciados del texto. Optamos por jugar al máximo la interpretación “realista” –aunque está claro que un adulto haciendo de niño nunca será realista-. Raquel propuso claves para retener las propuestas que iban apareciendo. Para mí, además, fue muy útil que observara ese código que estamos construyendo: por ejemplo, las escenas en la que los hermanos están en la cama, las construimos poniendo a todos los actores  juntos, colocan todos las rodillas al mismo nivel, las manos en una posición y se mantienen así. Ésa es la convención que dibuja la cama. Sin embargo, esta convención, como decíamos antes, es fácil de desdibujar. Pequeños detalles que advirtió rápidamente Raquel: no vale que uno coloque las manos hacia fuera y otro hacia adentro, no vale que uno apoye la cabeza en los puños y otro no.  La imagen tiene que ser limpia.
Para la patera, trabajaron intensamente, contando con los actores que no forman parte de la escena incluso. Buscaron maneras de avanzar por el suelo en cuclillas, y fuimos eligiendo qué nos ayudaba a construir esas imágenes, una barca que avanza sobre las arenas del desierto y luego se balancea sobre las olas.
Por último, quería introducir una canción, cantada para Samia por un personaje, para potenciar así la mirada fantasiosa de la protagonista, y su entusiasmo al iniciar el viaje. Quedaba muy extraño poner a Carlos haciendo playback de frente, o sin mover los labios pero siguiendo la canción con el movimiento. Raquel me hizo una pregunta clave: “¿Pero va en serio, o es coña?”. “Va en serio, pero es un sueño”. Pedí a Carlos que se pusiera de espaldas y de repente algo pasaba ahí, se convertía en una especie de sombra, o silueta. Raquel observó que sólo funcionaba cuando permanecía completamente de espaldas, y se arqueaba o agitaba los brazos, como un espantapájaros, un pelele.
El reto para próximas sesiones es aplicar estos posibles movimientos de la patera a toda la trayectoria de los personajes: escenas, obstáculos, paso del desierto al agua… y diálogos.

Desde la dramaturgia




La increíble historia de la chica que llegó la última

En el 2008, presenté una tesis de doctorado en “Teoría, Historia y Practica del Teatro” sobre el tema de la inmigración en el teatro español contemporáneo. En ella, analizaba como los autores españoles habían tratado en sus obras un tema de actualidad en el país.  Los autores analizados en la tesis partían de una noticia de prensa, de algo muy real y objetivo, y a partir de ello desarrollaban la dramaturgia que creían representar mejor esta realidad. Casi la totalidad de las obras resultaron ser dramas realistas. Está claro que para representar o denunciar una realidad, utilizar el drama o la tragedia y trabajar dentro del realismo es un paso comprensible e incluso lógico. La pregunta que pretendo llevar al laboratorio es si la fábula y la comedia podrían denunciar una realidad de forma más eficaz que el drama realista o que el mismo teatro documento. A partir de esta reflexión decidí, como los autores que analicé, coger una noticia de prensa sobre la inmigración como base para la escritura de una obra:  

Un sueno olímpico ahogado en la patera
Samia Yusuf Omar, que compitió en los Juegos de Pekín 2008, fallece intentando llegar a Italia por mar. El País, 20 de agosto de 2012
http://deportes.elpais.com/deportes/2012/08/20/actualidad/1345458747_750600.html


Así nace “La increíble historia de la chica que llegó la última”, un proyecto de dramaturgia que pretende utilizar las herramientas de la fábula y de la comedia para representar una realidad trágica.  Buscando inspiración en la narración lírica de Juan Ramón Jiménez en “Platero y yo”, la idea es hacer un texto adulto pero que, por su sencillez y transparencia, pueda acercarse a una narración infantil, construyendo un híbrido entre la comedia y la poesía. Pero el texto también debe poder traducir la idea visual de la historia. Buscando inspiración en dos obras cinematográficas contemporáneas que tratan el tema de la inmigración, como es el caso de   “La Havre” de Aki Kaurismaki o "Terraferma" de Emanuele Crialese, la idea es formar cuadros, imágenes vivas, a partir del texto. Dejar estos cuadros vivos en silencio, delante del espectador, para que este reflexione sobre lo que ve y, a partir de este cuadro, empezar cada escena.

Carla Guimarães