jueves, 28 de febrero de 2013

Atracción sobre el mundo

Cavar dentro de la garganta para contar una historia. Nosotros somos una cueva, y dentro de las cuevas, ya se sabe, siempre hay un chamán explicando el origen. Así cazamos, así cae la miel, así corremos.
Ayer vino Irene y nos ayudó a hundir las manos en busca de nuestra voz. Quitarse las armas (los huesos, la mandíbula, los omóplatos) que utilizamos como escudos para que nadie nos haga daño. Quitárselas y dejar que las historias que tenemos dentro puedan salir.


Desde noviembre, quería coger el "Himno de la legión", que cantan los soldados somalíes, y moverlo. Ladrarlo, gritarlo, romperlo.  Ayer Sara, Dnoé y Malcolm la lanzaron hacia afuera, en canon. Irene había estado documentándose sobre la manera de gritar "¡Viva España!" que tienen los militares -ya se sabe que con la voz se pueden derribar unas murallas, así que no es extraño que saquen la voz como izan la bandera o pegan tiros al aire-. Encontré ese desorden necesario para expresar el caos militar que describe Tura acerca de Somalia: ¿quién es del ejército y quién de la milicia?

Irene también estuvo estudiando a los muyaidines, esas voces expansivas que pueden cruzar toda una ciudad. Entramos en una especie de trance escuchando a los obstáculos Sara, Dnoé y Malcolm orando y excavando.

Para el coro de hambrientos, trabajaron sonidos relacionados con las hienas, el gemido que sacan los sordomudos, el aire a través de los dientes. Por supuesto, aplicar estas propuestas nos servía para ir trabajando además la escena en sí.

En la segunda parte de la sesión, dimos una vuelta al prólogo, ése que habíamos tratado el primer día. Incorporamos una idea que nació con Raquel: la carrera olímpica la realizan todos los actores sentados, dibujando la competición sólo con el gesto, la cara, los brazos... y transformándose imperceptiblemente en el estadio que aplaude y anima a Samia.

En la tercera parte, Carlos sacó su super micro y su super maquinita de hacer loops. La tormenta. Muy bien el contraste entre el locutor hablando por el micro, Tura apareciendo como un diosecillo ante la barca y Samia en otro plano. El mismo locutor provoca la tormenta: aquí el que toma la palabra tiene el poder sobre la escena.

Irene y Carlos estuvieron buscando vientos, rachas de agua, truenos. Bastó girar la ruedecilla del volumen y la tormenta se alejó.

Para agradecer a Irene todo lo que nos ha dado, he aquí un fragmento de un libro en el que pensé mucho ayer, mientras todos suspiraban, rugían, cantaban y gemían:

"La música hace mugir, hace rebuznar, bramar. Relinchar. Saca del vientre del chamán al animal ausente que el cuerpo imita y que la piel y la máscara muestran.

La danza es una imagen. Como la pintura es un canto. Los simulacros simulan. Un rito repite una metaphora (un viaje). Los camiones de mudanzas en la Grecia moderna llevan todavía al costado la palabra METAPHORA.


"Un mito es la imagen danzada del rito mismo que se espera ejerza atracción sobre el mundo".
Pascal Quignard, El odio a la música. Capítulo V.

María Folguera

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